¿Es posible trabajar menos, ganar más y de paso contribuir a salvar el planeta?
Trabajar menos, producir más y de paso no contribuir en el perjuicio del
planeta parece posible, o al menos eso según cifras de un estudio
reciente que relaciona estas tres variables.
Aunque el trabajo significa, por
definición e inevitablemente, la transformación del mundo, no es menos
cierto que este no puede entenderse ahora de la misma manera en que se
entendía en el siglo XIX o incluso en la primera mitad del siglo pasado.
Los recursos —técnicos, naturales y otros— con que se cuenta
actualmente no son los mismos que en épocas pasadas, circunstancia que
por sí misma obliga a replantear la concepción contemporánea del
trabajo.
Recientemente el Centro Investigación
Política y Económica (CEPR, por sus siglas en inglés), con sede en
Londres y enfocado en el desarrollo político y económico de Europa, dio a
conocer un estudio en el que su autor, David Rosnick, relaciona las horas de trabajo y el cambio climático,
concluyendo que reducir paulatinamente el tiempo dedicado a la
actividad laboral contribuiría significativamente a reducir los efecto
de dicho fenómeno natural, un intercambio en el que además los
trabajadores pueden resultar beneficiados, pues según el análisis del
CEPR, estas modificaciones también aumentarían la productividad y, por
consiguiente, la riqueza generada.
En Europa, griegos y polacos son, en
promedio, quienes más trabajan en Europa (2038 horas al año y 2045 horas
en 2012, respectivamente; contra, por ejemplo, 1709 horas anules por
trabajador en Estados Unidos, o 1715 en Japón), según cifras de The Conference Board;
paradójicamente, no son los países donde, al menos en el Viejo
Continente, dicho trabajo se traduzca en bonanza económica. En el caso
de América Latina, un trabajador mexicano dedicó en promedio 2075 horas
del 2012 a laborar, un colombiano 1956 y un brasileño 1841.
Según este y otros estudios, actualmente
en Estados Unidos se produce 3.2 veces lo que se producía en 1950, esto
a pesar de que entonces el promedio anual de horas trabajadas era de
1909. En Francia, igualmente se trabajan 684 horas menos que hace 12
años y se produce 4.7 veces más.
Y si bien estas cifras son promedios —en
los cuales la medición no siempre es la más precisa—, parece evidente
que no puede sostenerse más la relación entre horas dedicadas al
trabajo, productividad y generación de riqueza.
Asimismo, valdría la pena inevstigar si
la reducción de horas laborales en los países desarrollados no equivale
al aumento de estas en los subdesarrollados, si esta es posible solo
gracias a la explotación de la mano de obra barata que tanto allende las
fronteras como en el propio país (sobre todo con la población
inmigrante) y que por fenómenos como la globalización termina
beneficiando.a unos a costa del perjuicio de otros.
Fuente:Pijama surf
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